Sueños

jueves, 14 de agosto de 2014

| | | 0 comentarios
Sueños

Me encanta dormir.

El pensamiento, apenas articulado, inundó el cerebro somnoliento, proporcionándole unos instantes más de tregua. La cálida cueva de mantas y sábanas que le cubrían, como el capullo de una mariposa perezosa, amenazaba con nunca permitir su escape.

¿Y qué más da?, se preguntó, desperezándose con parsimonia. El frío invierno pesaba sobre su ánimo, cosiendo sus párpados contra la realidad, llevándole a buscar un refugio en los sueños.

Quiero Volver

| | | 0 comentarios
...y no sé cuánto me va a durar.

Pero la intención es lo que cuenta, ¿no?

Reading List Enero-Marzo 2014

martes, 25 de marzo de 2014

| | | 0 comentarios
He empezado el año vaga, para qué os voy a mentir si no me apetece.


Lo cierto es que me encantan las reimaginaciones de cuentos clásicos - Jackson Pearce no está nada mal y Robin McKinley es genial - pero las Cronicas Lunares de Marissa Meyer no terminaron de engancharme. La ambientación futurista con cyborg y especies venidas de la luna con poderes es muy interesante, pero la historia es sumamente predecible y le falta algo de chispa y animación. Para un rato, no está mal.





Me estuve releyendo la saga de Alpha y Omega, de Patricia Briggs (de la que soy una gran fan gracias a la saga de Mercy Thompson) porque me apetecían hombres lobo y esta mujer escribe mis favoritos. Por mucho que adore a Adam y Mercy, Ana y Charles no se quedan atrás. Me encanta su dinámica dentro de la manada de Marrock y los vistazos que nos dan del todopoderoso Bran y el mundo de las brujas, más ausente de la saga de Mercy (bastante tiene ella con los vampiros y las hadas u.u)








Good fun, no guilt. No hay mucho más que pueda decir de ellas. Son un escapismo fenomenal y si no te ríes con Magnus, estás muerto por dentro :)






Esto es un poco de trampa, realmente. Me empecé este libro hace mucho MUCHO tiempo y, cuando mi kindle me informó de que me quedaba el 20%, tuve que dejarlo. Por algún motivo, no quería pasar por la experiencia de terminar el libro en aquel momento. Era simplemente demasiado triste. Tuve que ver la película (Ni mal. Logan Leman hace lo que puede, Emma Watson No es mi Sam, Ezra Miller está, como siempre, magnífico) para recibir el empujoncito que me faltaba y terminarlo. Es precioso. Y necesito una relectura, cuando lo haya reposado, creo.


¡Qué
Decepción!

La idea y el planteamiento inicial me encantaron y me parecían muy prometedores. Pero la ejecución me pareció torpe, poco verosímil y precipitada. Sin entrar en detalles, no puedes hacer a tu personaje pasar por un trauma que debería haberlo dejado loco perdido y después hacerlo ser completamente coherente y capaz de seguir adelante sin problema. Entre otras cosas. No creo que lea el siguiente, a menos que alguien me spoilee lo suficiente como para picar mi curiosidad.


Oh, Mark Lawrence, let me love you!!
No solo consigue el Logro Abercrombie de hacer que te encante un protagonista realmente terrible (Y Jorg es mucho más retorcido que mi querido Glokta), sino que crea un mundo cercano y creíble a la vez que fantástico y aterrador. Y no te ahoga en descripciones, sino que deja a su Imperio Roto respirar. ¡Una auténtica maravilla!


Sí, caí y me leí el siguiente. Y probablemente caiga de nuevo y me lea el último. O no. Tengo una capacidad de atención muy limitada a las cosas que tampoco es que me interesen mucho. Pero éste mejora con respecto a Cinder. Quizás porque ya está el mundo establecido y podemos continuar con la trama, quizás por la introducción de Thorne, graciosete, y de Scarlet, con más fuerza. Pero, ¿por qué tengo la impresión de que la trama corre por la página como un pollo sin cabeza? ¿Por qué me parece que se podrían haber trenzado este libro y el anterior en uno solo, con más chicha y cosas interesantes? Cansancio vital con las sagas extraalargadas.



Toda la novela es una mentira contada por un narrador poco fiable. Bueno, casi. Me encantan las historias sobre qué es verdad y qué mentira, mundos fantásticos que parecen realistas y personajes carismáticos con muchas facetas. Y no solo hablo de nuestro prota, Gen, el ladrón del título. El Magus, sus aprendices, Pol... todos los personajes de la novela son sorprendentes e interesantes, con una trama que podría ser como una misión-recado de un RPG mediocre y se convierte en mucho más. No puedo esperar hasta leer el siguiente. :)))



Por último, estoy a mitad de Makers, de Cory Doctorow, otro de mis literary crushes of late. El libro es aterrador en su visión del futuro cercano, a la vez que esperanzador. Y cómico. Y grotesto. Y absurdo.

Como la vida misma.

It's 2014! What've you been up to?

| | | 0 comentarios
No hace un año aún pero, uy

Y ni siquiera fui consciente hasta que mi compañera de piso me lo señaló, anonadada. Porque ¿qué leches has estado haciendo, K?
I know, right?

Pues vamos a ver: 

- Intenté el NaNoWriMo, con un éxito digamos... no muy exitoso. Acabé escribiendo mucho más de lo que lo hago normalmente PERO no llegué al límite. Y la historia necesita mucha revisión. Y ser terminada. Y un título. Más en el siguiente post. 

- He estado leyendo mucho y enamorándome sucesivamente de: Scott Lynch, Cory Doctorow, Mark Lawrence y Megan Whale Turner. 

- Me he mudado a mi propia cuevita de relax y he descubierto que escribo mucho más de esta manera. 

- Me he embarcado en cuatro proyectos simultáneos (no, no es lo más inteligente que he hecho nunca. Yo también lo opino) Un par son compartidos, un par individuales. De uno de ellos os hablaré en un futuro post. 

Y creo que... eso ha sido todo por ahora. Sí, lo sé, mi vida es una fiesta continua. 

Yo también os quiero. 

Últimamente pienso mucho en Clémentine

viernes, 28 de junio de 2013

| | | 0 comentarios
Dentro de la casa no se oía ni el vuelo de una mosca. Qué paz… más extraña. La quietud caía sobre las superficies abarrotadas y en buena falta de un lavado como una patina más. Como los años o el polvo, pero esta vez descanso y sol. Todo el hogar parecía soltar un suspiro contento.

Hasta el grito. Rebotó contra las paredes de madera, de un mueble viejo a otro. Escaló por la chimenea hasta esparcirse por el tejado y el bosque circundante. Venía del patio trasero.

A Christian Le Fer lo iban a matar de un susto. Miró a su alrededor. Aún quedaba tanto que hacer y apenas horas de luz.

~ Esta casa es un desastre ~

Masticó un par de veces y escupió la arena contra el suelo situado a escasos centímetros de la nariz. Y, cuando se puso en pie, fue de un salto y moviendo el puño en trayectoria de colisión irremediable. Solo entonces, satisfecha con su venganza, se apartó las rubias trencitas de la cara de un manotazo y llenó los pulmones.

– ¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen!
– Eres una tramposa, Clémentine.

Con seis años, la acusación iba cargada de tintes de Alta Traición y fue recibida como tal. Se lanzó sobre Yvan con la indignación agitando los dos pequeños cuerpos hasta que Chris llegó a separarlos.

Siempre llamaba primero a Benoît pero siempre llegaba él primero. Vigilante como un búho muy delgado tras las gafas demasiado grandes – de monturas heredadas del abuelo. Todo lo que tenían era reciclado, como los muebles y las ropas. Como las advertencias y los cuidados que había recibido de su madre y trataba de pasar a los pequeños. Eran su responsabilidad. Últimamente, parecía que todo era su responsabilidad. Se subió las pesadas gafas por el puente de la nariz y encaró a los niños.

Yvan escupió la sangre y se apresuró a explicarse. Clémentine no se quedó atrás, con la testaruda seguridad de que iba a recibir una regañina que no merecía. De entre la cacofonía de justificaciones que se formó, el sufrido adolescente pudo entresacar la verdad. Suspiró, apretando los dientes y buscando paciencia donde ya casi no quedaba.

– La navaja. – Le pidió a su hermano, con la mano extendida en gesto perentorio. – Di, no puedes pegarle así.
– Porque soy una chica. – gruñó la niña, cruzando los brazos regordetes en ademán belicoso.
– No. Porque eres más fuerte que él y le haces daño de verdad.

Le dirigió una mirada severa y señaló con la navaja requisada los arañazos y moratones que cubrían a Yvan. Después, le devolvió el objeto a su legítima e intacta dueña. Ni un rasguño tenía en la piel que aparentaba ser delicada porcelana.

Estaba planteándose cómo castigarlos sin que implicase descargar su frustración contra ellos ni a gritos ni mucho menos a golpes cuando Ben decidió aparecer. Rompió el silencio enfurruñado con un derrape que lo dejó en el centro del grupo con una sonrisa.

– ¿Dónde está el fuego?

Y lo convirtió en un objetivo más conveniente. Chris había tenido más que suficiente. Se volvió hacia él con tanta fuerza que tuvo que colocarse las gafas.

– ¿Quién tenía que cuidarlos hoy?
– No sé… – Ben, completamente impermeable a la rigidez con la que le hablaba su hermano, empezó a contar con los dedos. – El tío está en rehabilitación, Max y Ed en el campamento de fútbol… ¿A Jér?
– Jér está en la tienda con papá – apuntó Christian, con una mueca. Su cuerpo irradiaba tensión conforme más tiempo malgastaba en la estúpida trifulca. – porque yo tenía que estudiar para los finales.
– Entonces te toca a ti, tíiiiiio. – Rió, Ben.
– ¡No! ¡¡Porque. Yo. Tengo. Que. Estudiar!!

Si había algo que le importaba más a Chris que sacar adelante aquella casa con una semblanza de normalidad y de orden eran sus buenas notas. Para tener un buen futuro. Era una de las pocas cosas que le había inculcado su madre antes… Antes.

Si los ojos le brillaban y temblaba un poquito, nadie lo mencionó. Los niños bajaron la cabeza, asustados. Ben cogió a Clémentine en brazos y la mano menos magullada de Yvan y los llevó a merendar, llenando el silencio de la cháchara alegre que tan bien se le daba. No hubo un problema más en las siguientes horas… hasta los puso a trabajar en la cena, que resultó ser crêpes con Nutella para los ocho.

Y cuando Chris salió de su gruta de estudio bien entrada la madrugada, se encontró una bandeja con comida y una hoja. Sus ojos cansados sonrieron, con más años pesándoles que los dieciséis de su osamenta. Comió los sándwiches de pollo, de foie–gras y de pan de leche y lacasitos naranjas. Ni siquiera corrigió las faltas de ortografía, porque por un rato pudo dejar su puesto de mando.

Lo sientimos mucho mucho mucho Muuuuuuuuuuuucho, Chris. Eres el mejor ermano del mundo :)

Todo iba como tenía que ir.

Drabble 21: Nota

viernes, 31 de mayo de 2013

| | | 0 comentarios

– 6,25.
– ¿Sí?
– ¿Qué le darías tú?
– Un ocho. ¡Es Van Damme!

La risa cantarina se deshizo contra su mejilla cuando Clém le echó los brazos al cuello y lo besó allí. A años luz.

– Sim, déjame los chicos a mí, que de esto entiendo. ¡Y aliméntame! – terminó en tono imperioso, acompañado de un mordisquito en el hombro, antes de apartarse.

El abuelo los miraba desde el sofá, agitando la cabeza, ayudando a su nieto pequeño a terminar las cuentas porque la francesita se había rendido.

Retirarse a tiempo. Ya podía tomar nota Simon. Antes de que el daño fuera irreparable. 

Sí que te la hizo buena

| | | 3 comentarios

Cálidos y tan lentos y suaves, los besos. Como lentas se rozaban las caderas, juguetonas pero sin pasión real detrás. Las manos de él llevaban todo el tiempo aferradas a las costillas de ella, justo debajo del pecho. Como náufrago a una tabla.

– No está funcionando esto, ¿verdad?
– Lo siento.
– Wordsworth, por favor. – El tono de broma contenía ternura más que otra cosa. – Podría sentirme rechazada, si no estuviera tan terriblemente buena.
– Más buena de lo que mi cama y yo nos merecemos. – Asintió gravemente, con los ojos sinceros y los labios enrojecidos curvados en una pequeña sonrisa.
– Sí que te la hizo buena, ¿eh? – comentó muy bajito, con cuidado, después de un silencio contemplativo. Le apartó el flequillo de la frente para plantar un último beso en ella. – Cain.

Dejó la posición dominante sobre él para acomodarse en su pecho, plegándose contra su costado. El silencio estaba cargado con el ruidoso tragar de saliva de su amigo, quien clavaba los ojos en el techo como si le fuera la vida en ello.

– Está bien, ¿sabes? Si quieres hablar de él o echarle de menos o…

O llorar.

Con todo lo que lo había visto llorar en lo poco que hacía que se conocían, se le hacía extraño lo enquistada que tenía esa pena. Tan secreta, como una gran vergüenza. Suponía que lo era: ella tampoco lloraría o echaría de menos a alguien que no llorase por ella o que, si la echase de menos, lo mínimo que podía hacer era llamar.

– O no, va. Que tampoco hace falta. Pero eso, si quieres contar con mis fabulosos consejos o unos bellos pechos sobre los que llorar, sabes que estoy aquí. – Sintió su risita contra la mejilla más que la oyó y sonrió a su vez. – Lo sabes, ¿no, Hen?  
– Lo sé. – contestó con seguridad, después de apretarla contra sí. Luego, como si aferrarse al humor fuese la única forma de salir de aquel charco conversacional en el que ella lo había tirado a traición, comentó. – Aunque no sé yo si fiarme de tus consejos.
– Deberías, Wordsworth, que sé de lo que hablo. Respeta a tus mayores, hombre. – Le dejó salir. Ya había establecido lo que quería, de todas formas. Que le cubría las espaldas. De todas las formas en las que contaba. – Además, el primer consejo es gratis. Y ya sabes cuál va a ser. – gruñó una queja casi antes de que ella terminase de canturrearle la última frase. – No seas así. Tómate el café, flirtea un rato con un chico guapo al que le gustas, diviértete. No está prohibido. Y ya va siendo hora. Que se te va a freír el cerebro de tanto estudiar, rubio.

Eso le arrancó otra risita sin fuerzas y debió de recordarle algo que le llevó a mostrarle una ilusión. Sus susurros bajos y carismáticos – como nunca lo era su voz cuando no estaba narrando – los acunaron hasta que cayeron rendidos. No era el cansancio que había planeado ella en un principio pero era casi mejor.

Sí, era mejor.