Sueños
Me
encanta dormir.
El
pensamiento, apenas articulado, inundó el cerebro somnoliento,
proporcionándole unos instantes más de tregua. La cálida cueva de
mantas y sábanas que le cubrían, como el capullo de una mariposa
perezosa, amenazaba con nunca permitir su escape.
¿Y
qué más da?,
se preguntó, desperezándose con parsimonia. El frío invierno
pesaba sobre su ánimo, cosiendo sus párpados contra la realidad,
llevándole a buscar un refugio en los sueños.